1000 FILOSOFIA 2 PERIODO
  • 1. La pobreza y la impotencia de la imaginación nunca se manifiestan de una manera tan clara como cuando se trata de imaginar la felicidad. Entonces comenzamos a inventar paraísos, islas afortunadas, países de Cucaña. Una vida sin riesgos, sin lucha, sin búsqueda de superación y sin muerte. Y por lo tanto también sin carencias y sin deseo: un océano de mermelada sagrada, una eternidad de aburrición. Metas afortunadamente inalcanzables, paraísos afortunadamente inexistentes. Todas estas fantasías serian inocentes e inocuas, si no fuera porque constituyen el modelo de nuestros propósitos y de nuestros anhelos en la vida práctica. Aquí mismo, en los proyectos de la existencia cotidiana, más acá del reino de las mentiras eternas, introducimos también el ideal tonto de la seguridad garantizada, de las reconciliaciones totales, de las soluciones definitivas. Puede decirse que nuestro problema no consiste ni principalmente en que no seamos capaces de conquistar lo que nos proponemos, sino en aquello que nos proponemos; que nuestra desgracia no está tanto en la frustración de nuestros deseos, como en la forma misma de desear. Deseamos mal. En lugar de desear una relación humana inquietante, compleja y perdible, que estimule nuestra capacidad de luchar y nos obligue a cambiar, deseamos un idilio sin sombras y sin peligros, un nido de amor y, por lo tanto, en última instancia un retorno al huevo. En vez de desear una sociedad en la que sea realizable y necesario trabajar arduamente para hacer efectivas nuestras posibilidades, deseamos un mundo de satisfacción, una monstruosa salacuna de abundancia pasivamente recibida. En lugar de desear una filosofía llena de incógnitas y preguntas abiertas, queremos poseer una doctrina global, capaz de dar cuenta de todo, revelada por espíritus que nunca han existido o por caudillos que desgraciadamente si han existido. De acuerdo con Zuleta, la felicidad asociada con el paraíso, con islas afortunadas, con el alejamiento de todo aquello que es humano demasiado humano, se inscribe dentro de la tradición
A) racionalista.
B) humanística.
C) ilustrada.
D) judeocristiana.
  • 2. La pobreza y la impotencia de la imaginación nunca se manifiestan de una manera tan clara como cuando se trata de imaginar la felicidad. Entonces comenzamos a inventar paraísos, islas afortunadas, países de Cucaña. Una vida sin riesgos, sin lucha, sin búsqueda de superación y sin muerte. Y por lo tanto también sin carencias y sin deseo: un océano de mermelada sagrada, una eternidad de aburrición. Metas afortunadamente inalcanzables, paraísos afortunadamente inexistentes. Todas estas fantasías serian inocentes e inocuas, si no fuera porque constituyen el modelo de nuestros propósitos y de nuestros anhelos en la vida práctica. Aquí mismo, en los proyectos de la existencia cotidiana, más acá del reino de las mentiras eternas, introducimos también el ideal tonto de la seguridad garantizada, de las reconciliaciones totales, de las soluciones definitivas. Puede decirse que nuestro problema no consiste ni principalmente en que no seamos capaces de conquistar lo que nos proponemos, sino en aquello que nos proponemos; que nuestra desgracia no está tanto en la frustración de nuestros deseos, como en la forma misma de desear. Deseamos mal. En lugar de desear una relación humana inquietante, compleja y perdible, que estimule nuestra capacidad de luchar y nos obligue a cambiar, deseamos un idilio sin sombras y sin peligros, un nido de amor y, por lo tanto, en última instancia un retorno al huevo. En vez de desear una sociedad en la que sea realizable y necesario trabajar arduamente para hacer efectivas nuestras posibilidades, deseamos un mundo de satisfacción, una monstruosa salacuna de abundancia pasivamente recibida. En lugar de desear una filosofía llena de incógnitas y preguntas abiertas, queremos poseer una doctrina global, capaz de dar cuenta de todo, revelada por espíritus que nunca han existido o por caudillos que desgraciadamente si han existido. Con la expresión “Deseamos mal”, el autor considera que nuestro problema se centra en
A) el sometimiento a nuestros deseos.
B) los contenidos de nuestros deseos.
C) no somos capaces de lograr aquello que nos proponemos.
D) la frustración de nuestros deseos.
  • 3. La pobreza y la impotencia de la imaginación nunca se manifiestan de una manera tan clara como cuando se trata de imaginar la felicidad. Entonces comenzamos a inventar paraísos, islas afortunadas, países de Cucaña. Una vida sin riesgos, sin lucha, sin búsqueda de superación y sin muerte. Y por lo tanto también sin carencias y sin deseo: un océano de mermelada sagrada, una eternidad de aburrición. Metas afortunadamente inalcanzables, paraísos afortunadamente inexistentes. Todas estas fantasías serian inocentes e inocuas, si no fuera porque constituyen el modelo de nuestros propósitos y de nuestros anhelos en la vida práctica. Aquí mismo, en los proyectos de la existencia cotidiana, más acá del reino de las mentiras eternas, introducimos también el ideal tonto de la seguridad garantizada, de las reconciliaciones totales, de las soluciones definitivas. Puede decirse que nuestro problema no consiste ni principalmente en que no seamos capaces de conquistar lo que nos proponemos, sino en aquello que nos proponemos; que nuestra desgracia no está tanto en la frustración de nuestros deseos, como en la forma misma de desear. Deseamos mal. En lugar de desear una relación humana inquietante, compleja y perdible, que estimule nuestra capacidad de luchar y nos obligue a cambiar, deseamos un idilio sin sombras y sin peligros, un nido de amor y, por lo tanto, en última instancia un retorno al huevo. En vez de desear una sociedad en la que sea realizable y necesario trabajar arduamente para hacer efectivas nuestras posibilidades, deseamos un mundo de satisfacción, una monstruosa salacuna de abundancia pasivamente recibida. En lugar de desear una filosofía llena de incógnitas y preguntas abiertas, queremos poseer una doctrina global, capaz de dar cuenta de todo, revelada por espíritus que nunca han existido o por caudillos que desgraciadamente si han existido. El tipo de relación humana que defiende el autor es
A) aquella que sea inquietante, compleja y perdible.
B) de reconciliaciones totales.
C) de seguridad garantizada.
D) donde no haya conflicto.
  • 4. La pobreza y la impotencia de la imaginación nunca se manifiestan de una manera tan clara como cuando se trata de imaginar la felicidad. Entonces comenzamos a inventar paraísos, islas afortunadas, países de Cucaña. Una vida sin riesgos, sin lucha, sin búsqueda de superación y sin muerte. Y por lo tanto también sin carencias y sin deseo: un océano de mermelada sagrada, una eternidad de aburrición. Metas afortunadamente inalcanzables, paraísos afortunadamente inexistentes. Todas estas fantasías serian inocentes e inocuas, si no fuera porque constituyen el modelo de nuestros propósitos y de nuestros anhelos en la vida práctica. Aquí mismo, en los proyectos de la existencia cotidiana, más acá del reino de las mentiras eternas, introducimos también el ideal tonto de la seguridad garantizada, de las reconciliaciones totales, de las soluciones definitivas. Puede decirse que nuestro problema no consiste ni principalmente en que no seamos capaces de conquistar lo que nos proponemos, sino en aquello que nos proponemos; que nuestra desgracia no está tanto en la frustración de nuestros deseos, como en la forma misma de desear. Deseamos mal. En lugar de desear una relación humana inquietante, compleja y perdible, que estimule nuestra capacidad de luchar y nos obligue a cambiar, deseamos un idilio sin sombras y sin peligros, un nido de amor y, por lo tanto, en última instancia un retorno al huevo. En vez de desear una sociedad en la que sea realizable y necesario trabajar arduamente para hacer efectivas nuestras posibilidades, deseamos un mundo de satisfacción, una monstruosa salacuna de abundancia pasivamente recibida. En lugar de desear una filosofía llena de incógnitas y preguntas abiertas, queremos poseer una doctrina global, capaz de dar cuenta de todo, revelada por espíritus que nunca han existido o por caudillos que desgraciadamente si han existido. Según Zuleta, se presentan dos formas de entender el ejercicio filosófico. En este sentido, cuál de las siguientes expresiones es concordante con la manera como entiende la filosofía el autor:
A) da cuenta de todo.
B) se constituye en una doctrina global.
C) ha sido hecha por personalidades excepcionales.
D) es crítica y reflexiva.
  • 5. En la Guía del viajero de la Galaxia, las personas del Planeta X están cansadas de inquietarse por las preguntas fundamentales acerca de la vida. Ellos quieren continuar con su vida cotidiana sin molestias. Para responder las preguntas metafísicas de una vez por todas, deciden construir una gran computadora llamada Pensamiento Profundo. Ella les dará las respuestas a las preguntas fundamentales: ¿cuál es el propósito de todo?; ¿cuál es el significado de la vida? La computadora les informa que se tomará diez mil años para trabajar las respuestas. 'No importa', contestan, 'por lo menos tendremos la respuesta en diez milanos'. Diez mil años después llega el gran día. Pensamiento Profundo revelará el secreto, la respuesta al misterio de la vida. La muchedumbre se reúne fuera del albergue del palacio, donde estala computadora; todos esperan. El Jefe de Estado sube basta Pensamiento Profundo: '¿Tiene la respuesta?', pregunta. Oh sí, la tengo', contesta la gran máquina. '¿Cuál es, entonces?', replica el Jefe, expectante. 'Oh, lo siento, no puedo decírselo'. '¿Qué? ¿Por qué no puede decírmelo?', pregunta nervioso el Jefe. 'Porque a usted no le gustaría la respuesta', afirma la computadora. 'Eso no importa. Sólo deme la respuesta; es su deber, para eso la construimos', exclama el Jefe. (...) 'Bien', dice la computadora en tono renuente. 'La respuesta a su pregunta es 42'. '¿Qué?', chilla el jefe, '¡42!, pero, ¿cómo es posible?' Y ahora viene el postre, la moraleja de esta historia: la computadora dice, sabiamente: 'El problema es que, en primer lugar, usted nunca entendió la pregunta, y así no puede esperar comprender la respuesta'". En el libro escrito por Thomson, las personas del Planeta X se caracterizan por su cansancio de inquietarse por las preguntas centrales de la vida y el deseo de continuar su vida sin molestias. En este sentido, se puede afirmar que estas personas terminan confiando en
A) la filosofía.
B) la cotidianidad.
C) la vida.
D) la ciencia.
  • 6. En la Guía del viajero de la Galaxia, las personas del Planeta X están cansadas de inquietarse por las preguntas fundamentales acerca de la vida. Ellos quieren continuar con su vida cotidiana sin molestias. Para responder las preguntas metafísicas de una vez por todas, deciden construir una gran computadora llamada Pensamiento Profundo. Ella les dará las respuestas a las preguntas fundamentales: ¿cuál es el propósito de todo?; ¿cuál es el significado de la vida? La computadora les informa que se tomará diez mil años para trabajar las respuestas. 'No importa', contestan, 'por lo menos tendremos la respuesta en diez milanos'. Diez mil años después llega el gran día. Pensamiento Profundo revelará el secreto, la respuesta al misterio de la vida. La muchedumbre se reúne fuera del albergue del palacio, donde estala computadora; todos esperan. El Jefe de Estado sube basta Pensamiento Profundo: '¿Tiene la respuesta?', pregunta. Oh sí, la tengo', contesta la gran máquina. '¿Cuál es, entonces?', replica el Jefe, expectante. 'Oh, lo siento, no puedo decírselo'. '¿Qué? ¿Por qué no puede decírmelo?', pregunta nervioso el Jefe. 'Porque a usted no le gustaría la respuesta', afirma la computadora. 'Eso no importa. Sólo deme la respuesta; es su deber, para eso la construimos', exclama el Jefe. (...) 'Bien', dice la computadora en tono renuente. 'La respuesta a su pregunta es 42'. '¿Qué?', chilla el jefe, '¡42!, pero, ¿cómo es posible?' Y ahora viene el postre, la moraleja de esta historia: la computadora dice, sabiamente: 'El problema es que, en primer lugar, usted nunca entendió la pregunta, y así no puede esperar comprender la respuesta'". Lo que se deduce de la respuesta de la supercomputadora denominada Pensamiento profundo es que
A) no hay respuesta.
B) lo importante es la comprensión de la pregunta.
C) lo importante es la respuesta.
D) el significado de la respuesta se nos pierde.
  • 7. Para acabar con este recorrido por algunos momentos de la filosofía, quiero referirme a una filósofa que, recogiendo la herencia kantiana, proclama que el pensamiento y el juicio constituyen el núcleo de la conciencia moral. Me refiero a Hanna Arendt, la filósofa judía que, tras acudir al juicio del dirigente nazi Albert Eichmann, escribe el conocido libro, Eichmann en Jerusalén, y le pone el subtítulo: La banalidad del mal. Es la conclusión que saca Arendt de asistir al juicio: que Eichmann no era precisamente un hombre malvado ni diabólico. Era un mero burócrata, un individuo que dejó de pensar y de preguntarse por la bondad o maldad de lo que la máquina burocrática le ordenaba que hiciera. Más que un ser especialmente perverso, era “superfluo” como ser humano, intercambiable con cualquier otro individuo de su misma calaña. Una víctima del totalitarismo cuyo objetivo último es precisamente este: convertir a los individuos en seres superfluos, acabar con la individualidad y, en consecuencia, con la libertad. Según Arendt, las características que se asocian con tan inquietante conducta, ya que Eichmann fue juzgado como criminal de guerra nazi, nos permite concluir que sus acciones malas se pueden identificar
A) con la ignorancia.
B) con la perversión.
C) con el pecado.
D) con la ausencia de pensamiento.
  • 8. Los siglos antiguos, e incluso los modernos, han sido escenario del colonialismo, del racismo, de la intolerancia. Para el mundo occidental, la llamada responsabilidad del hombre blanco era considerar la civilización occidental y cristiana como la única posible, de aquí el derecho y la misión de convertir a todos aquellos que seguían un modelo cultural diferente; por no hablar de actitudes similares en el mundo no occidental, inspiradas por el odio a los europeos y a las distintas formas de fundamentalismo religioso. Pero fue en el ambiente de las universidades y de las sociedades cultas occidentales donde el mundo moderno inventó este nuevo acercamiento a las culturas y las civilizaciones denominado antropología cultural. Gracias a los estudios de los antropólogos culturales del siglo XIX (pero siguiendo ideas ya sugeridas por Montaigne, Locke y la filosofía de la Ilustración) hemos sabido que existen otros modelos culturales orgánicos en sí mismos, que debían reconocerse, comprenderse en su lógica interna y respetarse. La antropología cultural, al sustituir el concepto de raza por el de cultura, ha obrado en profundidad con el fin de hacernos más conscientes de la pluralidad de las culturas y del derecho de toda cultura a sobrevivir, siempre que su supervivencia no perjudique los derechos de los demás. La antropología cultural no ha cambiado el mundo. Mientras que los antropólogos nos han enseñado a reconocer y respetar distintos comportamientos culturales, distintas religiones y costumbres étnicas,… mientras que los primeros medios de comunicación, desde las novelas populares hasta las películas de Hollywood, alentaban una visión del Otro como un malvado, los feroces indios, el negro estúpido obligado a un destino de eterna esclavitud por su irremediable inferioridad, el diabólico doctor Fu Man Chu, y así sucesivamente. Según Umberto Eco, el hombre blanco occidental de la época moderna consideraba que tenía el derecho y la misión de convertir a todos aquellos que seguían un modelo cultural diferente. Dicha postura la podemos caracterizar como
A) fanatismo.
B) hospitalidad.
C) respeto.
D) comprensión.
  • 9. Los siglos antiguos, e incluso los modernos, han sido escenario del colonialismo, del racismo, de la intolerancia. Para el mundo occidental, la llamada responsabilidad del hombre blanco era considerar la civilización occidental y cristiana como la única posible, de aquí el derecho y la misión de convertir a todos aquellos que seguían un modelo cultural diferente; por no hablar de actitudes similares en el mundo no occidental, inspiradas por el odio a los europeos y a las distintas formas de fundamentalismo religioso. Pero fue en el ambiente de las universidades y de las sociedades cultas occidentales donde el mundo moderno inventó este nuevo acercamiento a las culturas y las civilizaciones denominado antropología cultural. Gracias a los estudios de los antropólogos culturales del siglo XIX (pero siguiendo ideas ya sugeridas por Montaigne, Locke y la filosofía de la Ilustración) hemos sabido que existen otros modelos culturales orgánicos en sí mismos, que debían reconocerse, comprenderse en su lógica interna y respetarse. La antropología cultural, al sustituir el concepto de raza por el de cultura, ha obrado en profundidad con el fin de hacernos más conscientes de la pluralidad de las culturas y del derecho de toda cultura a sobrevivir, siempre que su supervivencia no perjudique los derechos de los demás. La antropología cultural no ha cambiado el mundo. Mientras que los antropólogos nos han enseñado a reconocer y respetar distintos comportamientos culturales, distintas religiones y costumbres étnicas,… mientras que los primeros medios de comunicación, desde las novelas populares hasta las películas de Hollywood, alentaban una visión del Otro como un malvado, los feroces indios, el negro estúpido obligado a un destino de eterna esclavitud por su irremediable inferioridad, el diabólico doctor Fu Man Chu, y así sucesivamente. El autor resalta que fue gracias al surgimiento de un nuevo campo de saber, denominado antropología cultural, hemos sabido que existen otros modelos culturales orgánicos en sí mismos, que debían reconocerse, comprenderse en su lógica interna y respetarse. La noción de respeto y de comprensión de las otras culturas, implica la aceptación de
A) la uniformidad.
B) la homogenización.
C) la pluralidad.
D) la unidad.
  • 10. Los siglos antiguos, e incluso los modernos, han sido escenario del colonialismo, del racismo, de la intolerancia. Para el mundo occidental, la llamada responsabilidad del hombre blanco era considerar la civilización occidental y cristiana como la única posible, de aquí el derecho y la misión de convertir a todos aquellos que seguían un modelo cultural diferente; por no hablar de actitudes similares en el mundo no occidental, inspiradas por el odio a los europeos y a las distintas formas de fundamentalismo religioso. Pero fue en el ambiente de las universidades y de las sociedades cultas occidentales donde el mundo moderno inventó este nuevo acercamiento a las culturas y las civilizaciones denominado antropología cultural. Gracias a los estudios de los antropólogos culturales del siglo XIX (pero siguiendo ideas ya sugeridas por Montaigne, Locke y la filosofía de la Ilustración) hemos sabido que existen otros modelos culturales orgánicos en sí mismos, que debían reconocerse, comprenderse en su lógica interna y respetarse. La antropología cultural, al sustituir el concepto de raza por el de cultura, ha obrado en profundidad con el fin de hacernos más conscientes de la pluralidad de las culturas y del derecho de toda cultura a sobrevivir, siempre que su supervivencia no perjudique los derechos de los demás. La antropología cultural no ha cambiado el mundo. Mientras que los antropólogos nos han enseñado a reconocer y respetar distintos comportamientos culturales, distintas religiones y costumbres étnicas,… mientras que los primeros medios de comunicación, desde las novelas populares hasta las películas de Hollywood, alentaban una visión del Otro como un malvado, los feroces indios, el negro estúpido obligado a un destino de eterna esclavitud por su irremediable inferioridad, el diabólico doctor Fu Man Chu, y así sucesivamente. La antropología cultura sostiene que toda cultura tiene el derecho a sobrevivir; orientando sus investigaciones hacia los distintos comportamientos culturales, distintas religiones y costumbres étnicas, con la finalidad de propiciar:
A) lástima y sentimiento de culpa.
B) amor y cariño.
C) autonomía y libertad.
D) reconocimiento y respeto.
  • 11. Los siglos antiguos, e incluso los modernos, han sido escenario del colonialismo, del racismo, de la intolerancia. Para el mundo occidental, la llamada responsabilidad del hombre blanco era considerar la civilización occidental y cristiana como la única posible, de aquí el derecho y la misión de convertir a todos aquellos que seguían un modelo cultural diferente; por no hablar de actitudes similares en el mundo no occidental, inspiradas por el odio a los europeos y a las distintas formas de fundamentalismo religioso. Pero fue en el ambiente de las universidades y de las sociedades cultas occidentales donde el mundo moderno inventó este nuevo acercamiento a las culturas y las civilizaciones denominado antropología cultural. Gracias a los estudios de los antropólogos culturales del siglo XIX (pero siguiendo ideas ya sugeridas por Montaigne, Locke y la filosofía de la Ilustración) hemos sabido que existen otros modelos culturales orgánicos en sí mismos, que debían reconocerse, comprenderse en su lógica interna y respetarse. La antropología cultural, al sustituir el concepto de raza por el de cultura, ha obrado en profundidad con el fin de hacernos más conscientes de la pluralidad de las culturas y del derecho de toda cultura a sobrevivir, siempre que su supervivencia no perjudique los derechos de los demás. La antropología cultural no ha cambiado el mundo. Mientras que los antropólogos nos han enseñado a reconocer y respetar distintos comportamientos culturales, distintas religiones y costumbres étnicas,… mientras que los primeros medios de comunicación, desde las novelas populares hasta las películas de Hollywood, alentaban una visión del Otro como un malvado, los feroces indios, el negro estúpido obligado a un destino de eterna esclavitud por su irremediable inferioridad, el diabólico doctor Fu Man Chu, y así sucesivamente. De acuerdo con Umberto Eco, los medios de comunicación han contribuido negativamente a crear una imagen del otro como
A) un hermano.
B) un malvado.
C) un amigo.
D) un conocido.
  • 12. La ilustración es la salida del hombre de su condición de menor de edad de la cual él mismo es culpable. La minoría de edad es la incapacidad de servirse de su propio entendimiento sin la dirección de otro. Uno mismo es culpable de esta minoría de edad, cuando la causa de ella no radica en una falta de entendimiento, sino de la decisión y el valor para servirse de él con independencia, sin la conducción de otro. ¡Sapere aude! ¡Ten valor de servirte de tu propio entendimiento! es pues la divisa de la ilustración. La pereza y la cobardía son las causas de que la mayoría de los hombres, después que la naturaleza los ha librado desde tiempo atrás de conducción ajena, permanecen con gusto como menores de edad a lo largo de su vida, por lo cual le es muy fácil a otros el erigirse en tutores… Como la mayoría de los hombres (y entre ellos la totalidad del bello sexo) tienen además por muy peligroso el paso a la mayoría de edad, aquellos tutores ya se han cuidado muy amablemente de asumir semejante control. Después de haber atontado a su ganado doméstico y de haber impedido cuidadosamente que estas pacíficas criaturas no osen dar un solo paso fuera de las andaderas en que las encerraron, les muestran luego el riesgo que las amenaza si intentan marchar solas. Cierto que ese riesgo no es tan grande, pues tras algunas caídas habrían aprendido a caminar; pero un ejemplo tal por lo común amedrenta y espanta, impidiendo todo ulterior intento. Pero, en cambio, es bien posible que el público se ilustre a sí mismo; siempre que se lo deje en libertad ello es inclusive casi inevitable. Siempre se encontrarán algunos hombres que piensen por sí mismos, incluso entre los tutores instituidos del montón, quienes después de haber arrojado el yugo de la minoría de edad propagarán el espíritu de una estimación racional del propio valor y de la vocación que todo hombre tiene de pensar por sí mismo. Notemos en particular que el público al que con anterioridad los tutores habían puesto bajo este yugo, después los obliga a someterse al mismo cuando algunos de sus tutores, por sí mismos incapaces de toda ilustración, los incita a la sublevación; tan dañino es inculcar prejuicios, ya que ellos terminan por vengarse de los que han sido sus autores o precursores. Por ello puede el público alcanzar ilustración sólo lentamente. Quizás sea posible producir por una revolución la caída del despotismo personal o de alguna opresión interesada y ambiciosa; pero jamás se logrará una verdadera reforma del modo de pensar, si no que surgirán nuevos prejuicios que, como los antiguos, servirán de andaderas para el montón que carece de pensamiento. De acuerdo con Kant podemos afirmar que la causa de la minoría de edad es de naturaleza
A) psicológica.
B) sociológica.
C) económica.
D) física.
  • 13. La ilustración es la salida del hombre de su condición de menor de edad de la cual él mismo es culpable. La minoría de edad es la incapacidad de servirse de su propio entendimiento sin la dirección de otro. Uno mismo es culpable de esta minoría de edad, cuando la causa de ella no radica en una falta de entendimiento, sino de la decisión y el valor para servirse de él con independencia, sin la conducción de otro. ¡Sapere aude! ¡Ten valor de servirte de tu propio entendimiento! es pues la divisa de la ilustración. La pereza y la cobardía son las causas de que la mayoría de los hombres, después que la naturaleza los ha librado desde tiempo atrás de conducción ajena, permanecen con gusto como menores de edad a lo largo de su vida, por lo cual le es muy fácil a otros el erigirse en tutores… Como la mayoría de los hombres (y entre ellos la totalidad del bello sexo) tienen además por muy peligroso el paso a la mayoría de edad, aquellos tutores ya se han cuidado muy amablemente de asumir semejante control. Después de haber atontado a su ganado doméstico y de haber impedido cuidadosamente que estas pacíficas criaturas no osen dar un solo paso fuera de las andaderas en que las encerraron, les muestran luego el riesgo que las amenaza si intentan marchar solas. Cierto que ese riesgo no es tan grande, pues tras algunas caídas habrían aprendido a caminar; pero un ejemplo tal por lo común amedrenta y espanta, impidiendo todo ulterior intento. Pero, en cambio, es bien posible que el público se ilustre a sí mismo; siempre que se lo deje en libertad ello es inclusive casi inevitable. Siempre se encontrarán algunos hombres que piensen por sí mismos, incluso entre los tutores instituidos del montón, quienes después de haber arrojado el yugo de la minoría de edad propagarán el espíritu de una estimación racional del propio valor y de la vocación que todo hombre tiene de pensar por sí mismo. Notemos en particular que el público al que con anterioridad los tutores habían puesto bajo este yugo, después los obliga a someterse al mismo cuando algunos de sus tutores, por sí mismos incapaces de toda ilustración, los incita a la sublevación; tan dañino es inculcar prejuicios, ya que ellos terminan por vengarse de los que han sido sus autores o precursores. Por ello puede el público alcanzar ilustración sólo lentamente. Quizás sea posible producir por una revolución la caída del despotismo personal o de alguna opresión interesada y ambiciosa; pero jamás se logrará una verdadera reforma del modo de pensar, si no que surgirán nuevos prejuicios que, como los antiguos, servirán de andaderas para el montón que carece de pensamiento. Con el uso de la expresión “¡Sapere aude!” por parte del autor, se reconoce como uno de los presupuestos fundamentales de la ilustración
A) el sometimiento a poderes externos.
B) el sometimiento a lo religioso.
C) la crítica sin fundamento.
D) la autonomía de la razón.
  • 14. La ilustración es la salida del hombre de su condición de menor de edad de la cual él mismo es culpable. La minoría de edad es la incapacidad de servirse de su propio entendimiento sin la dirección de otro. Uno mismo es culpable de esta minoría de edad, cuando la causa de ella no radica en una falta de entendimiento, sino de la decisión y el valor para servirse de él con independencia, sin la conducción de otro. ¡Sapere aude! ¡Ten valor de servirte de tu propio entendimiento! es pues la divisa de la ilustración. La pereza y la cobardía son las causas de que la mayoría de los hombres, después que la naturaleza los ha librado desde tiempo atrás de conducción ajena, permanecen con gusto como menores de edad a lo largo de su vida, por lo cual le es muy fácil a otros el erigirse en tutores… Como la mayoría de los hombres (y entre ellos la totalidad del bello sexo) tienen además por muy peligroso el paso a la mayoría de edad, aquellos tutores ya se han cuidado muy amablemente de asumir semejante control. Después de haber atontado a su ganado doméstico y de haber impedido cuidadosamente que estas pacíficas criaturas no osen dar un solo paso fuera de las andaderas en que las encerraron, les muestran luego el riesgo que las amenaza si intentan marchar solas. Cierto que ese riesgo no es tan grande, pues tras algunas caídas habrían aprendido a caminar; pero un ejemplo tal por lo común amedrenta y espanta, impidiendo todo ulterior intento. Pero, en cambio, es bien posible que el público se ilustre a sí mismo; siempre que se lo deje en libertad ello es inclusive casi inevitable. Siempre se encontrarán algunos hombres que piensen por sí mismos, incluso entre los tutores instituidos del montón, quienes después de haber arrojado el yugo de la minoría de edad propagarán el espíritu de una estimación racional del propio valor y de la vocación que todo hombre tiene de pensar por sí mismo. Notemos en particular que el público al que con anterioridad los tutores habían puesto bajo este yugo, después los obliga a someterse al mismo cuando algunos de sus tutores, por sí mismos incapaces de toda ilustración, los incita a la sublevación; tan dañino es inculcar prejuicios, ya que ellos terminan por vengarse de los que han sido sus autores o precursores. Por ello puede el público alcanzar ilustración sólo lentamente. Quizás sea posible producir por una revolución la caída del despotismo personal o de alguna opresión interesada y ambiciosa; pero jamás se logrará una verdadera reforma del modo de pensar, si no que surgirán nuevos prejuicios que, como los antiguos, servirán de andaderas para el montón que carece de pensamiento. Según Kant, la persistente minoría de edad está dada por
A) seguir los dictados de la fe.
B) la autonomía de la razón.
C) reglamentos y solicitud de obediencia.
D) pensar por sí mismos.
  • 15. La ilustración es la salida del hombre de su condición de menor de edad de la cual él mismo es culpable. La minoría de edad es la incapacidad de servirse de su propio entendimiento sin la dirección de otro. Uno mismo es culpable de esta minoría de edad, cuando la causa de ella no radica en una falta de entendimiento, sino de la decisión y el valor para servirse de él con independencia, sin la conducción de otro. ¡Sapere aude! ¡Ten valor de servirte de tu propio entendimiento! es pues la divisa de la ilustración. La pereza y la cobardía son las causas de que la mayoría de los hombres, después que la naturaleza los ha librado desde tiempo atrás de conducción ajena, permanecen con gusto como menores de edad a lo largo de su vida, por lo cual le es muy fácil a otros el erigirse en tutores… Como la mayoría de los hombres (y entre ellos la totalidad del bello sexo) tienen además por muy peligroso el paso a la mayoría de edad, aquellos tutores ya se han cuidado muy amablemente de asumir semejante control. Después de haber atontado a su ganado doméstico y de haber impedido cuidadosamente que estas pacíficas criaturas no osen dar un solo paso fuera de las andaderas en que las encerraron, les muestran luego el riesgo que las amenaza si intentan marchar solas. Cierto que ese riesgo no es tan grande, pues tras algunas caídas habrían aprendido a caminar; pero un ejemplo tal por lo común amedrenta y espanta, impidiendo todo ulterior intento. Pero, en cambio, es bien posible que el público se ilustre a sí mismo; siempre que se lo deje en libertad ello es inclusive casi inevitable. Siempre se encontrarán algunos hombres que piensen por sí mismos, incluso entre los tutores instituidos del montón, quienes después de haber arrojado el yugo de la minoría de edad propagarán el espíritu de una estimación racional del propio valor y de la vocación que todo hombre tiene de pensar por sí mismo. Notemos en particular que el público al que con anterioridad los tutores habían puesto bajo este yugo, después los obliga a someterse al mismo cuando algunos de sus tutores, por sí mismos incapaces de toda ilustración, los incita a la sublevación; tan dañino es inculcar prejuicios, ya que ellos terminan por vengarse de los que han sido sus autores o precursores. Por ello puede el público alcanzar ilustración sólo lentamente. Quizás sea posible producir por una revolución la caída del despotismo personal o de alguna opresión interesada y ambiciosa; pero jamás se logrará una verdadera reforma del modo de pensar, si no que surgirán nuevos prejuicios que, como los antiguos, servirán de andaderas para el montón que carece de pensamiento. Frente a los dos tipos de revolución que se pueden dar, el autor postula y defiende como más importante la
A) revolución económica.
B) revolución política.
C) revolución del modo de pensar.
D) revolución social.
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